Empiezo a ver tus barbas salir,
uno aquí, otro allá...
Tu cuerpo se alarga y dejas el calzado, roido y sucio
en un rincón del clóset, porque tus dedos se asfixian apretujados en aquéllos que ya no te quedan. Las muñecas de tus brazos quedan al descubierto en las mangas de tus camisas, en las que apenas te habías puesto si acaso una vez.
Tus gustos van creciendo contigo, y el trompo que te acompañó por años, está tirado en las esquina de un cajón.
Creces con la música, al compás de cada nota, como un solfeo armónico...
Hay notas negras, oscuras y largas, pero son parte de la sinfonía.
La clave de sol rige tus ideales, no permitas que se desafinen.
Tus músculos se marcan, ayudandote a subir más alto, a trepar con impulso, a sostenerte en cada agarre por pequeño que parezca.
Ya se que no miras abajo. El que escala no lo hace. Que tu vista está dirigida en otra dirección. Pero por si acaso te sirviera de algo, por si algún día necesitaras saberlo, yo estoy aquí abajo, sosteniendo unn poco la cuerda, soltando para que te eleves un poco más pero firme por si te sueltas.
domingo, 18 de septiembre de 2011
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