martes, 20 de abril de 2010

Armonizando

Cada día te reescribes.

Encontré guardadas unas lágrimas.

No estaba en su búsqueda.
Para nada, de ninguna manera estaba rastreando algo que se le parezca a una gota salada, secreción ocular. Estaba mas bien, intentando descansar unos minutos tras una semana de continuo insomnio.
¡Un dos tres por mi! -gritó. Y cuando menos lo esperaba, ya estaba con un montón de colegas bajando despavoridas como por una barranca empinada y sin frenos.
-¿Donde estabas?- le pregunté, cuando ya calmada de su bullicio pude pronunciar palabra.
- Allí. Atrás de la ternura.- contestó casi timida tras descubrir el alboroto que había causado.

Increíble, -pensé- que no más de mil palabras pudieran contener tanta dulzura, tanta verdad, tanta poesía. Y es que ahora ¡se escribe tanto y se dice tan poco! Por eso, agarré mi pluma y le dije: vamos a jugar a las escondidas.