lunes, 16 de mayo de 2011

Cherry Plum

El chiquillo de atrás se la pasa haciendo unos berrinches que no dan gusto. ¡Ah que niño más malcriado! Luego, nomás se oye a la mamá gritonearle... fulanitoooooo ¡NOOO! ¡Eso Nooo! y va de nuevo la chilletiza.
Reflexiono sobre mis propios berrinches.
(Yo también reniego a mis rtaytantitos)
Como que me quiero asustar de ver los estallidos que se han reprimido por años... y digo... Ah qué agusto ha de sentir esa criatura gritona... con ganas de tener tres (años)y tumbarme al suelo a patalear.
Pero hemos de engalanarnos con el traje de adultos y comportarnos con la mentada madurez afectiva de la que tanto se habla... psicólogos zopencos, ponganse a cocinar. (tuve que quitar la palabra original que había escrito)
Ya te diste cuenta. Ahorita mismo estoy renegando. Y qué.
Espero no ofenderte, porque no lo estoy haciendo. (Perdonen psicólogos, hay algo que si que me gusta: "nadie te puede ofender si tu no se lo permites")
Lo mas "gacho" como dirian los niños, es que veo la hora y cuando apenas estoy agarrando vuelo para epresar lo que mi ronco pecho trae guardado, me doy cuenta que tengo que salir a recoger a mi hija de su clase de baile.
(Ah...es buena opción la zapateada)
No me queda otra opción que ir a mi botiquín bendito de flores de Bach y darle un sorbo al cherry plum.
Lo mejor de todo es que ya no me tengo miedo.

Domesticando mariposas

Creo que ése sería un muy buen título para mi próximo libro. No estaría mal una autobiografía escrita en un contexto fantástico donde los ángeles exponen sus cátedras con el fin de amaestrar pequeños insectos rebeldes.
La imagen que se evoca en mi mente, es el de un gordinflón con sombrero de copa, con bigotes largos y puntiagudos que traen un látigo del tamaño de un palillo de dientes y golpean con el ceño fruncido las frágiles alas de las mariposas, causando que el polvillo dorado salga por el aire y provoque en los presentes una retahila de estornudos alérgicos.
Pero no. Esa no es la idea real.
A quien domestico, todos y cada uno de los días, es a mi capullo.
Primero, rebatía angustiada observando los movimientos rebeldes de la crisálida, negándose a salir, a dejar paso a la luz, a compartir el espacio abierto del universo.
Luego, torpemente y a regañadientes forcejeaba.
Ahora no.
Me llevó algún tiempo entender que se domestica amando.
Si la veo.
Si la entiendo.
Si la escucho.
Si le permito ser.
Si le guío.
Si la acompaño.
Ahora me es más fácil. Ahora disfruto domesticando mariposas.