Hincada sobre el arcón de madera
culimpinada hasta el fondo buscando la prenda adecuada
De mis brazos en movimiento salían volando piezas hacia la parte trasera de mi cuerpo, aventadas por el aire.
La respiración se hacía más rápida y más cortada, como cuando se tiene una premura ansiosa
Salían accesorios cubiertos de diamantina que destellaban sobre mis pupilas provocándome cerrarlos.
No era la mejor idea.
Debía cerrar el baúl de disfraces y decidirme parar y levantarme sin máscaras que cubrieran mi rostro con el rímel corrido por las mejillas, salir así al escenario.
Miré el leotardo que forraba mi cuerpo y lo acaricié con mis manos temblantes.
La música comienza.
No hay tiempo que perder.
viernes, 27 de mayo de 2011
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