El rugido del magma se escuchaba desde el eco de mis cavernas, calentando la atmósfera y haciendo hervir la brisa que flotaba al amanecer. Buscaba ansiosa por los rincones un espacio en dónde encontrarte, para hacer ahí mi morada, resguardarte y resguardarme del vapor que quemaba la piel.
No lo encontré. Dando tumbos abría y cerraba puertas moviendo la cabeza de un lado a otro intentando oler tu perfume. Y no estabas.
Por ahí tirados, me encontré un par de zapatos tuyos, recordándome tu ausencia.
Tomé con las dos manos mi corazón y vi despacio, cómo hacía erupción. Se esparcía por todos lados.
Caí rendida.
Me conformo con mirar tu fotografía.
lunes, 12 de septiembre de 2011
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