El universo te llamó Paloma.
Yo no sabía que podía dolerme tu nombre, cuando empezaras a abrir tus alas.
Los hijos son tus mejores maestros. Te enseñan a amar, sin tiempo, sin medida, sin condiciones. Te enseñan a crecer, a perdonar, a llorar de alegría.
Te enseñan a soñar, a esperar y a soltar.
Te confieso que no quiero. No quiero soltarte Paloma hermosa. Tu presencia en mi vida me engrandece.
Pero tus alas se están extendiendo y no tengo posibilidades (ni derecho) de detenerlas en tus costados.
¡Ala pués! mi pequeñita, disfruta de tu vuelo.
martes, 23 de noviembre de 2010
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