Siento la alegría de tu piel en mi piel, no puedo evitar sonreír al ver tu sonrisa. Es una bendición estos lazos humanos que nos unen. Y cuando lloras, sufre mi espíritu y se conmueven mis ojos, mira que gracioso, mi cuerpo es el mío y palpita en gozo sólo de imaginarte.
Estás allá y yo tan acá, no se si es la energía.
Tus triunfos... son mis triunfos, inevitable.
No ha sido mas que un honor acompañar tus pasos, ver el recorrido de tu camino, observar cómo creces, hijo.
martes, 23 de noviembre de 2010
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