Me he encontrado un regalo envuelto en papeles absolutamente atractivos y brillantes. La caja era pequeña, pero su contenido no.
Dentro de él hay algo enorme y hermoso.
No tenía idea de que los encargos vinieran en paquetes. Y que deslumbraran tanto.
Cada vez que caían a mis manos palabras de Juan Pablo II, mi cabeza y mi corazón daban un vuelco extraño, palpitante, que provocaban en mí, tanto zozobra como paz. Amalgama perfecta. 100% equilibrio entre suavidad y confrontacion. Como ese sazoncillo dulzón que le puedes poner a una vinagreta.
Pues mira que decido, -hoy. Justo un día después de su 6° aniversario de su subida al cielo-, adoptar para un proyecto que Dios quiere que realice (¿serás Tu o me lo estoy imaginando?) los pensamientos del personalismo Wojtyliano.
Haré una mezcolanza fuerte, poderosa, llena de luz.
Pero es un secreto. Ojalá que cuando salga de su caparazon, estén preparados los corazones para recibirlo.
Estoy emocionada. Muy emocionada y en un cierto grado cubierta de un temorcito asustón que me plantea la idea como una utopía sacada de una manga de kimono deslavado.
Pero escucho en bajito, despaciiito, las palabras mismas de la filosofia que pretendo hacer mía: no tengais miedo... no tengais miedo...
No tengais miedo de ser testigos...
Mi Lolek. Mi gran y hermoso Lolek.
lunes, 4 de abril de 2011
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