El chiquillo de atrás se la pasa haciendo unos berrinches que no dan gusto. ¡Ah que niño más malcriado! Luego, nomás se oye a la mamá gritonearle... fulanitoooooo ¡NOOO! ¡Eso Nooo! y va de nuevo la chilletiza.
Reflexiono sobre mis propios berrinches.
(Yo también reniego a mis rtaytantitos)
Como que me quiero asustar de ver los estallidos que se han reprimido por años... y digo... Ah qué agusto ha de sentir esa criatura gritona... con ganas de tener tres (años)y tumbarme al suelo a patalear.
Pero hemos de engalanarnos con el traje de adultos y comportarnos con la mentada madurez afectiva de la que tanto se habla... psicólogos zopencos, ponganse a cocinar. (tuve que quitar la palabra original que había escrito)
Ya te diste cuenta. Ahorita mismo estoy renegando. Y qué.
Espero no ofenderte, porque no lo estoy haciendo. (Perdonen psicólogos, hay algo que si que me gusta: "nadie te puede ofender si tu no se lo permites")
Lo mas "gacho" como dirian los niños, es que veo la hora y cuando apenas estoy agarrando vuelo para epresar lo que mi ronco pecho trae guardado, me doy cuenta que tengo que salir a recoger a mi hija de su clase de baile.
(Ah...es buena opción la zapateada)
No me queda otra opción que ir a mi botiquín bendito de flores de Bach y darle un sorbo al cherry plum.
Lo mejor de todo es que ya no me tengo miedo.
lunes, 16 de mayo de 2011
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